1X01 New Year, New Students, New Problems

Lo cierto es que no me preocupaba en lo más mínimo perderme la fiesta de inicio del nuevo curso en la Academia. Nunca me habían apasionado los lugares atestados de gente y, menos aun, de adolescentes hormonados y fuera de control, así que me sentí bastante satisfecho conmigo mismo cuando planteé al equipo de seguridad que sería yo quien haría la ronda de vigilancia exterior. Y, a decir verdad, mi decisión pareció haber hecho feliz a los muchachos, ya que el resto solían disfrutar de las fiestas y ocasiones especiales como esta en las que abundaban la música a todo volumen, la comída y las bebidas burbujeantes. Sin embargo, el relevo estaba a punto de obligarme a entrar nuevamente en el ruidoso recinto así que, asqueado, me encaminé a los salones principales. Con la esperanza de alargar ligeramente mi tiempo de calma, decidí tomar el camino más largo, es decir por los jardines.
La noche era realmente bella, el cielo estaba cuajado de estrellas que titilaban como pequeñas joyas, un entorno idílico para los escarceos amorosos de los alumnos más lanzados. Después de ahuyentar a varias parejas y enviarlos bastante asustados de nuevo hacia el centro, me tpé con una muchacha que, recostada sobre uno de los bancos de piedra, lloraba delicadamente, ajena a todo lo que la rodeaba. Suspirando resignado, me acerqué a ella, después de todo, era mi responsabilidad. Sin embargo, a medida que me acercaba ella, algo en mi interior me decía que se trataba de una criatura especial y, de alguna manera, mi lobo se sentía... ¿cómo decirlo? Tal vez interesado en ella. Por el amor de dios, ¡¡si no es más que una niña!! Sacudí la cabeza tratando de apartar de mí cualquier tipo de pensamiento no profesional y me centré en la situación.
Gracias a mi habilidad, llegué al banco, junto a ella, en un abrir y cerrar de ojos sin emitir el más mínimo sonido, sin embargo, caminaba de frente y me resultó extraño que no me viera... Aquello, desde luego, era muy inusual. De pronto, me di cuenta de cuál era realmente la situación, pues en seguida me di cuenta del delicado velo que cubría sus preciosos ojos azules. Era ciega.
Para evitar asustarla, carraspeé y, para ahorrar su incomodidad, decidí no hacer referencia, al menos por el momento, a sus lágrimas. - Buenas noches, señorita. Hace una noche preciosa, ¿no cree? Sin embargo, me pregunto, ¿por qué se encuentra usted aquí fuera, tan sola, cuando la fiesta está en el interior? - Pregunté con corrección. A pesar de todo, ella parecía inquieta, sorprendida y supongo que ligeramente avergonzada por haberse visto descubierta. - Discúlpeme. - Me apresuré a añadir. - Soy Alexander Smirnov, jefe de seguridad, y es mi responsabilidad esta noche vigilar el exterior de la Academia. - Le expliqué.
De pronto, un grupo de alumnos a los que ya conocía por su actitud problemática pasó cerca de nosotros, seguramente estaban tramando alguna de sus fechorías. Cuchicheaban y reían entre ellos pero, nada más verme, palidecieron notablemente y balbucearon incoherentes disculpas mientras volvían al interior, a toda prisa. Asqueado, resoplé. Si realmente pretendía no asustar a la muchacha, desde luego, esta impresión no ayudaría en absoluto a mi cusa. Seguramente, si mi hermano estuviese aquí, se habría reído de la situación, pues siempre bromeaba diciendo que era increíble mi habilidad para aterrorizar a todo aquel que me rodeaba.