1X01 New Year, New Students, New Problems

Siempre me habían encantado las fiestas y, por descontado, ésta no era la excepción. Alegre y emocionada, paseé por el amplo salón esquisitamente decorado mientras saludaba a algunos de mis amigos y compañeros. Estaba buscando a Angélique pues, desde que había llegado a la academia no había vuelto a verla y estaba deseando que me hablase de todas las locuras que había hecho durante este verano. Por el camino eché un vistazo a las larguísimas mesas cargadas con apetitosos bocados; había de todo, desde la más amplia variedad de dulces hasta canapés y pequeñas obras maestras culinarias saladas. En seguida se me hizo la boca agua al divisar un enorme muffin de arándanos y queso, no me resistí y lo tomé con una mano mientras, sin detenerme, continuaba caminando tratando de localizar a mi amiga.
De pronto vi a Warren. Nunca me había caído bien y, sólo de verlo, un escalofría recorrió mi cuerpo. Debía reconocer que le tuve ojeriza desde la primera vez que lo vi y, con una sonrisa maliciosa, me propuse fastidiarle un poco... El muchacho iba elegantemente vestido para la ocasión, algo nada complicado cuando a papá y mama les sale dinero por las orejas. Con rabia, me mordí el labio inferior y apunté con certera precisión. Desde luego, la idea de lanzarle una tartaleta de nata era muy tentadora, pero para celebrar la ocasión opté por aquello que tenía más cerca: mi muffin. No le mancharía tanto pero, desde luego, le heriría en su orgullo. Lo lancé con precisión milimétrica, sin embargo, para mi mala suerte, un compañero que caminaba distraído chocó con mi brazo sin querer, desviando ligeramente la trayectoria de mi proyectil y truncando mis planes. Resoplé con rabia.
- Vaya por dios. - Me dije. - Hasta para esto tiene suerte el muy cabrón... - Rumiando mi enfado desvié la vista de Peace hasta el lugar en el que había hecho blanco mi muffin y, por un momento, me quedé helada. - Oh, oh... - Exclamé. - Desde luego, hoy no es mi día de suerte... - Me dije por lo bajo. Acababa de arrearle en toda la cabeza a un profesor con una enorme y pringosa magdalena gigante. Palidecí. - Estoooo... Me parece, Junito, que ahora sí las has hecho buena. - Me dije a mí misma llevándome una mano a la frente con expresión de horror.